Si alguna vez has sentido que tu historia se estanca, no te preocupes, les pasa hasta a las y los escritores más experimentados. Para lograr que fluya, necesitas ritmo. No solo en la acción, sino también en la música de las palabras (ritmo fónico), en la estructura de las frases (ritmo sintáctico) y en el equilibrio de escenas (ritmo narrativo). Mezclar frases cortas y largas, diálogos y descripciones, acelerará o pausará la narración según lo necesite tu historia.
Otro truco infalible es estructurar bien tu historia. Un inicio potente, un desarrollo dinámico y un final con impacto mantienen el interés de principio a fin. Usa transiciones naturales y evita los saltos bruscos para que todo encaje como un rompecabezas. Recuerda: cada escena debe aportar algo a la trama o a los personajes, nada de relleno.
Y lo más importante: escribe sin miedo. No hay reglas absolutas, solo herramientas que puedes adaptar a tu estilo. Reescribe, juega con las palabras y diviértete en el proceso. La escritura es para todos, así que suelta la mano y deja que tu historia cobre vida. ¡El mundo está esperando leer lo que tienes que contar!